Mi sobrinito queriendo saber sobre la facultad:
- Nosotros jugamos en el parque, ¿vos tenés un parque?
- Sí, pero es para los nenes chiquitos. Yo no puedo jugar en el parque.
- Un día voy con vos y te espero.
- ¿Me esperás mientras estudio?
- Sí.
- ¿Y vas a jugar en el parque?
- Sí, ¿tu señorita puede llevarme al parque?
- Yo no tengo señorita, tengo un profesor, que es como una señorita pero para gente grande.
- Yo también tengo un profesor, de música. ¿Tu profesor es como mi profesor?
- No sé, el mío no es de música. ¿Cómo es tu profesor?
- Tiene el pelo marrón.
- El mío tiene el pelo negro.
- Y usa remeras grises con el nombre, y con nombres y remeras de colores.
- Mi profesor también usa remeras de colores, y remeras como las mías.
- Y remeras como las mías pero grandes, ¿no?
- Sí, también remeras como las tuyas.
- ¿Y remeras de Mickey Mouse?
- También remeras de Mickey Mouse.
- ¿Y toman la merienda?
- Sí, tomo la merienda pero cuando yo quiero. Voy solo a un kiosco y me compro la merienda.
- ¿Puedo tomar la merienda?
- Sí, yo te compro la merienda.
- ¿Y si tengo sed que hago?
- Vamos al kiosco y te compro algo para tomar.
:)
martes, 27 de septiembre de 2011
sábado, 10 de septiembre de 2011
Bang! Bang! I hit the ground
- ¡Dios! ¡Cómo me gustaría dejar de pensar boluda! Tengo un serio problema, creo que a vos también te pasa: Me maquino por todo, por todo. O no sé, aunque esté enojado por algo en lo que sí tengo razón, no puedo darlo por sentado y pensar en otra cosa.
- Es verdad, es como que sentís una sola cosa a la vez y te concentrás en eso. O sea, es tanto lo que nos maquinamos que nos ocupa todo. Pero no se puede evitar. Te entiendo.
- Me tranquiliza que me entiendas. Es horrible, ¿viste? Me gustaría poder olvidarme de las cosas rápido.
- Mal.
(Me tranquiliza que me entiendas, me tranquiliza saber que no soy el único obsesivo suelto por ahí.)
jueves, 8 de septiembre de 2011
Inspiración, debo dejar de depender de
Las 00.33 a.m. del Jueves, y yo acá, esperando inspiración. Cometiendo ese terrible error: Esperar. Esperar inspiración, para colmo. ¿Qué mierda estoy pensando?
La inspiración no se espera, se busca. Bah, ni siquiera se busca; es más una excusa para no hacer que una razón para hacer desde la nada.
En tercer año, para Lengua y Literatura, había estudiado el Decálogo del Perfecto Cuentista, de Horacio Quiroga, el cual claramente no recuerdo. Sólo recuerdo una de las máximas, que decía algo así como que nunca hay que escribir bajo el imperio de la emoción, sino que hay que evocarla luego. Si se logra hacer ésto, ya se está a mitad de camino.
El verdadero arte está ahí, porque éso es en realidad crear algo partiendo de nada.
No es que esté en contra de la inspiración, ni mucho menos. Bienvenida sea, cuando quiera venir. Pero mientras tanto, tengo un guión que reescribir y presentar mañana, y si sigo acá, esperando, sabemos cuál va a ser el resultado.
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