En un pequeño pueblo agrícola de apenas doscientas personas, cuatro empresarios que deseaban hacerse con las tierras, venían llevando a cabo un experimento hacía un par de años. Tenían un plan: sembrar la discordia, ya que un pueblo chico es un infierno grande, y lograr que uno a uno los habitantes quisieran deshacerse de sus terrenos.
Para asegurarse de que el plan no fallara, hicieron un estudio, y mediante entrevistas, buscaron a las personas más honestas que había en el lugar, a aquellas que siempre respondían con la verdad. Encontraron que éstas eran las menos, sólo los doce chicos del coro de la Iglesia.
Tras descubrirlo, fueron matándolos uno por uno.
Habiéndose criado en una gran ciudad, compartiendo sus días con montones de personas importantes, desde su infancia, habían llegado a descubrir que lo único verdaderamente peligroso para sus perjudiciales planes era la honestidad.