martes, 16 de junio de 2009

Ya lo sabemos

Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo
Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo
Cuesta levantarse, a veces
Y saber que nada fue en vano
El silencio es cómplice, y la angustia, el dolor
De los días vuelven cosas
Y las cosas cambian fácil
Una vez no ves, y otra vez creés ver todo al revés

Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo
Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo

A veces hay que mentir…
A veces hay que decir la verdad
Y otras veces hay que callar, y seguir
Como muelas que se rompen,
Como dientes que se asfixian
Y seguir… Y seguir… Y seguir…

A veces hay que matar...
A veces hay que saber perdonar
Y otras veces hay que olvidar, y reír…
Como el miedo de la noche
Como el miedo en la mañana
Y seguir…Y seguir…. Y seguir…

Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo
Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo
Ya lo sabemos todos tenemos un poco de miedo




Contestando uno de tantos cuestionarios boludos de esos que se hacen nada más para matar el tiempo, el que deberías estar utilizando para estudiar, ponerte al día con la escula/facu, ordenar un poco el quilombo en el que tenés todo, o cualquier cosa productiva, te encontrás con una pregunta que te cuesta responder: ¿Cuál es tu peor temor?
¿Cuál es tu peor temor?... No estás seguro. No, ni ahí estás seguro. No le tenés miedo a la muerte. Le tenés miedo a las arañas, al agua profunda, a morir en un incendio. Pero no, no son TAN graves esos miedos. Incluso tenés miedos irracionales, a cosas que probablemente nunca haya posibilidad de que pasen. Pero te cuesta encontrarte con eso a lo que en lo más hondo le temés.
O te costaba, porque se te pasó de vuelta él por la cabeza, y ahí te diste cuenta de lo claro que estaba. Tenés miedo a lastimar. No sólo a él, sino a cualquier persona. Una de las cosas que peor te hacen sentir en la vida es saberte causante del sufrimiento de alguien más. Y ya te pasó un par de veces, como sabés que debería pasarle a cualquiera. Pero cuesta, a veces cuesta.
Cuando te ponés a pensar, te das cuenta de los distinto que sos de ese adolescente que recién se empezaba a descubrir, de ese chico que era terriblemente impulsivo para demostrar sus sentimientos, de ese que era tierno. Y a la vez no, porque, para tu consuelo, seguís teniendo algo de él adentro. Sólo que los años te dieron un poco de prudencia. Una prudencia que creés que protege a los demás, aunque al hacer eso también te protege a vos. Te venís a pensar, entonces, si estará bien ser como sos, o si sería preferible seguir siendo como eras.
¿Hay respuesta? Quizás no la haya, pero debe ser el planteo que se hace cualquier persona que está pasando por los mismos cambios. No perdiste tu esencia, que es lo que vale, y por más que a veces seas frío, que no demuestres interés, o que te cueste decir las cosas, sabés que en el fondo no es porque vos seas así -o por lo menos, no totalmente así-, sino que una parte de eso es culpa de algo que conocés bien, por más abstracto que sea: el miedo.
Ese miedo que te obligaba a alejarte de cualquier chico que pudiera pensar en vos como en algo más que una persona para una noche los primeros meses después de cortar con tu ex, el que poco a poco te fue sacando esa habilidad que tenías para decir cosas lindas y tiernas, el que hace que a veces seas frío "por las dudas", o "para que no se enganche y lo termine lastimando".
Y sin embargo, hoy en día, ese chico inocente que parecía perdido te resurge en los momentos más inesperados. Porque hay alguien, que ya no te preocupás por si estará al lado tuyo para siempre o no; que aunque no lo quieras lastimar, te hace sentir que la solución a eso no es ser cortante, o frío, o seco. Porque ya es muy tarde, y ahora pase lo que pase en un futuro, sabés que están hasta las manos. Entonces, cuando menos lo esperás, él te roba alguna que otra frase que no pensaste nunca decir, o algún gesto de amor que creías ya perdido en el pasado.
El miedo está, el miedo siempre va a estar. Más teniendo en cuenta tu historia de vida. Pero no lo podés evitar, sos de las personas que siempre siguen a pesar de todo. Y ¿qué hay que hacer con los miedos? Enfrentarlos y tratar de superarlos poco a poco, sea cual sea el resultado. Porque, aunque el resultado sea bueno o sea malo, nadie te va a quitar nunca lo que estás viviendo ahora con ese chico que por alguna razón te hace volver a descubrir la esencia de quién sos. :)

2 comentarios:

  1. me gusta como ecribis,ya lo dije varias veces. somos de esos que por ahora, solo por ahora escribimos en estado de catalepsia , yo me uni al club, y seria importante para mi, que veas lo que escribi.Hay pocas personas que la verdad me interesa lo que opinen cuando escribo, simplemente porque respeto mucho lo que haces: sabes de gramtica y no tenes los horrores de ortografia que tenog yo y lo mas importante: amo sobre lo que contas y cmo lo contas y aunque borroso, alcanzo a distinguir muchas de las sensaciones que queres dejar.

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  2. Esta muy bueno Die. Los miedos los tienen todos, aunque no todos tienen los mismos miedos. Eso depende de lo que cada uno vive, siente, experimenta, piensa, ama e incluso odia. La letra de la canción de Arbol encaja perfecto. Me gustó.

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