Outstanding boy! solía decirme una profesora de Inglés que tuve, por mis buenas notas.
Outstanding: sobresaliente. Quizás tenía razón, quizás tenga razón.
Pero yo no diría outstanding, mejor me sienta outsider.
Outsider, porque así me siento muchas veces: como un extraño, como alguien de afuera, como alguien que no pertenece a donde está.
Peco de pretencioso, lo sé. Pero no puedo evitarlo. ¿Cómo sentirme a gusto en algún lado, si me siento tan diferente a todo el mundo? ¿Cuál se supone que es mi lugar?
Para partir de alguna base, está el hecho de ser gay. Obviamente, intento que eso no me separe ni nada. Pero a veces la misma gente te separa y señala, o a veces yo mismo me separo, por sentirme tan distinto. Entonces, cualquiera pensaría que, si me siento tan fuera de lugar entre gente heterosexual, tendría que sentirme a gusto en un ambiente gay.
Eso lo que pienso yo también, es lo lógico, ¿no? Pero no, por más lógico que parezca, no es así. Porque entre gays, me siento todavía más desubicado que entre heterosexuales. ¿Por qué? Porque son la gente más estereotipada que conozco. Y peco también, quizás, de prejuzgar, porque no todo el mundo es igual. Pero de todo el mundo gay, creo que el 90% se preocupa por las mismas banalidades.
Hablar de ropa, de la vida de gente famosa, de cuál es la última canción de Gaga, Beyonce, Britney o Madonna, de cómo tal estuvo con tal otro que es el ex de aquel otro que es el mejor amigo del tal primero, de que ese es una puta, ese una pasiva, de que odias que te discriminen (¡pero vos también discriminás flaco!), de qué me voy a poner el viernes, qué me voy a poner el sábado, de lo drogado que estaba ayer, del pedo que me agarré el finde pasado, de que me comí a 15, o de que no me acuerdo a cuántos me comí, hablar tratándose como mujeres, en femenino; hablar de cualquier cosa, en definitiva, que implique no estar hablando. Que implique no pensar. Y no sentir.
Ser de plástico.
Si lo analizo a fondo, ese es mi problema: soy un ambientalista, alguien que no tira papeles en la calle, que se entristece con la tala de árboles, que se preocupa por el agua. Ese es el problema: Soy un ambientalista, en un mundo que es cada día más plástico. -Sí, es una metáfora-
No se trata de orientaciones sexuales, después de todo, ni de gustos de música, de ideas políticas, de nacionalidades, de etnias; no se trata de nada de eso, no. Se trata de algo mucho más amplio: del plástico.
Outsider, porque a veces siento que, hoy en día, es más la gente de plástico, que la gente de verdad. Pero no me siento mal por ser un extranjero, por ser distinto. Al contrario, me enorgullece ser así. Me enorgullece ser real.
Y si me vengo a pensarlo, sé que no soy el único así. Queda todavía mucha gente real, a pesar de la toxicidad del plástico.
Y sé que tengo mi lugar en el mundo: que tengo amigos que también son reales, una familia que no es de plástico, y un novio de verdad, también. Tengo que admitir que si no soy de plástico, ellos deben tener mucho que ver.
En este mundo de plástico, sigo sintiéndome fuera de lugar. Y lo más probable es que eso nunca cambie. Pero sé que no estoy solo.